7.06.2010

Con este rock en mis venas quizá me sea más fácil decirte adiós, supongo que extrañaré la forma en que me tratabas, era como descubrir misterios de los astros con los ojos cerrados, pero todo al fin fue para tu conveniencia, tu razón ganó y mis sentimientos agonizaban. Hoy la nicotina fluye al igual que la sangre en mi corazón, siempre temí que se secara pero sigue ardiente, incluso más aún, más aún. Me sorprendí al advertir que la bateria del reloj estaba agotada; lo que no te mata, te fortalece, eso dicen y así parece ser. Pienso. Mi reloj comienza a correr, al parecer fue lo único que se detuvo en esta interminable posta de todo un mundo pintado con princesas de porcelana, tan esquemático y vulgar. ¿Contradictorio, no? El reloj quiso parar el tiempo al igual que yo con vos, pero ninguno de los dos lo logrará jamás. Contraproducente. Alguna vez como tantas otras tendré la necesidad de disculparme, de perdonarte, de abrazarte y odiarte, mientras tanto camino resignada y esperando, el elefante parado en mi pecho se hizo pequeño, ya no pesa tanto. Ya no estoy sola, el orgullo tocó mi puerta y decidí abrir. Perdido por perdido, demasiada soledad por hoy, él parece comprenderme. Mi café enfrió y ya no quema más, el mundo gira y gira, los colores se desvanecen con vos.

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